Pilkhana, la nueva India no llega a los barrios de Calcuta

Este verano cumplo 20 años yendo a India. Todavía sigue costando entender un lugar tan complejo, difente y lejano, pero al menos puedo hacerme una ligera idea. En aquel '95 el gobierno de Narasimha Rao decretaba el fin de la época socialista (con un crecimiento del 3,5%) y la apertura gradual del estado a una economía liberal y globalizada dependiente de "los mercados". El extremismo hindú acababa de derribar la mezquita Babri en 1992 y se preparaba a alcanzar el gobierno (bajo la marca BJP) por 1ª vez en 1996 -la 2ª fue el año pasado-. Ahora India crece al 7% y los precios al 10%, pero a pesar del cacareado incremento de la clase media, nadie habla de que cada vez hay más personas en pobreza y pobreza extrema - de hecho un ministro españistano (desde su despacho escoltado) acaba de acusar a las ong's de hinchar la pobreza para hacer negocio.

Recuerdo unas ciudades abarrotadas de gente (eran 900 millones, ahora 1.271) y muchos pesados dispuestos a timar al turista en Agra o Jaipur. En Delhi viví en un barrio de clase media (que le daba miedo a una compañera de viaje que se negaba a salir de casa) en el que las casas todavía parecían de pueblo con 2-3 alturas nada más, sus cortes de luz y el agua con que llenar el tanque disponible a las 6 de la mañana por lo que había que madrugar.

Los siguientes viajes fueron por el norte para huir del calor, la comunidad tibetana, l@s turistas de la espiritualidad, el cannabis o el brown sugar... Cachemira resultó peligrosa, como bajar el Rohtang Pass de noche... pero fue un invisible virus desconocido que desencadenó la tragedia que me tuvo un opar de años fuera de juego y me hizo replantear las visitas... ya no iría a viajar si no a conocer a l@s que nada tienen e intentar estar a su lado (para lo que fue fundamental aprender el idioma). El destino estaba claro, Calcuta.

Y conocer la comunidad del voluntariado y algunas de las miles de ong's que allí funcionan: las multinacionales (mariateresa...), locales (pocas de ellas laicas) e ibéricas (la famosa Sabera que estalló en 2002 y docenas de pequeñas ong poco conocidas fundadas por personas decididas a trabajar por su cuenta...). En 2006 me llevaron al auténtico barrio de la alegría, de donde D.Lapierre sacó el nombre de su bestseller,  lleno de sólidas chabolas de ladrillo que poco a poco la municipalidad ha convertido en bloques de 4 pisos para especular en el barrio con la mayor presión demográfica del país donde un piso vale 20.000 euros para gente que cobra 30 -conozco menores del barrio que cobran 3, sí 3 euros al mes.

Desde entonces he colaborado en distinta medida con Tara School que hace un arduo trabajo social de empoderamiento y cambio lento en el barrio hace casi 11 años. Educación, mujer, sanidad, nutrición, trabajo, discapacidad, prevención de enfermedades, adicciones, matrimonio infantil... hay muchos frentes abiertos en un lugar donde el estado no llega más que en forma de represión o sobornos... Os dejo fotos del año pasado. Gracias a todas las personas que me dejaron fotografiarles en la intimidad. En mi barrio de València somos 10.000 en el mismo área aquí son 400.000.
(Si no tienes ventilador el calor es apabullante, recogiendo el pelo los lazos de Tara School)


(Los microcréditos de Tara School ayudan a la subsistencia de las familias en un entorno voraz.
Estos vasos de té hechos en arcilla del río se van dejanndo de usar, son más baratos y contaminantes los de plástico)




(Aunque no se note dentro de casa el agua les llegaba a los tobillos)



(En las casas, formato 2x2, conviven familias de 6, 8 personas,el baño es la calle)

(la escuela pública es casi asequible pero la calidad de la enseñanza es baja)
















Paseo nocturno por Pilkhana:

(puesto de kebabs y panes caseros,si no pone"no beef"los hay de ternera)

(Vendedor de palos del árbol del neem, llenos de polvo y humo se mastican para limpiar los dientes)

(la industria farmaceútica está extendida por doquier, igual que las medicinas falsas)


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