El recién elegido Primer Ministro de Bhután pasa del Producto Interior de Felicidad.

Ya sabéis que Bhután es un país que se vende como el país más feliz del mundo. Desde este blog nos hemos dado cuenta de que eso no era más que una campaña de marketing del estado y que en el país hay problemas como en todos lados, y algunos muy gordos (limpieza étnica incluida)

Según cuenta la agencia AFP, el "Gross National Happiness" (GNH) le ha dado fama mundial a Bhután, pero su nuevo Primer Ministro piensa que el perseguir esta chorrada (NDT: esta palabra es mía) distrae al país de luchar contra su verdaderos problemas.

Tshering Tobgay, el nuevo "lyonchhen"  de Bhután (este es el título que reciben en el país conocido como la "Tierra del Dragón del Trueno"), estrenó el cargo hace dos lunes. Sin cuestionar su fidelidad a la familia real (monarquía absolutista), se muestra crítico con la coletilla del "país más feliz del mundo" cosa impensable hasta hace poco.

Fue el anterior rey quien en los años 70 propuso que el estado debía perseguir la felicidad de sus ciudadanos entendida como desarrollo económico, respeto al medio ambiente y el bienestar sicológico de sus gentes  (que se lo pregunten a los más de 100.000 refugiados que han tenido que abandonar el país).

Esto le ha dado una fama inusitada para un país tan pequeño desde que conocidos economistas como Jeffrey Sachs lo usaran como ejemplo por su exotismo y teórico nirvana (NDT: difícil comprobar si esto de la felicidad por decreto funciona, en un país al que hay que pagar 200 dólares diarios por entrar y donde te ponen un guía-adoctrinador que se encarga de llevarte sólo a ciertos sitios y de que hables con gente convencida y paniaguada).

Pero este modelo cada vez recibe más críticas dentro del país, como los de su propio Primer ministro que dice que el crecimiento económico no significa desarrollo y que no entiende bien qué es eso del Producto Interior de Felicidad. Este ínidce ha sido desarrollado por un conjunto de funcionarios, políticos, académicos y consultores y m ide el progreso en 9 áreas diferentes cada una de las cuales tiene 72 subíndices.

Togbay, hablando con AFP por teléfono desde Thimphu (la capital), se declaró escéptico sobre el uso de este término y como ha servido para distraerse de lo que realmente es importante. Este carismático funcionario habla del GNH como de algo complicado y difícil.

El gobierno anterior, de Jigmi Thinley, hizo grandes esfuerzos en dar a conocer el índice de felicidad, tanto en su país como en el extranjero, llegando a impulsar una resolución de Naciones Unidas para promover la felicidad.

Durante la campaña electoral, Tobgay visitó muchos pueblos a los que sólo se puede acceder a pie, y se centró en las carencias básicas de Bhután, desempleo crónico, pobreza, corrupción y el alejamiento de los políticos sobre la ciudadanía.

Problemas con la balanza de pagos han hecho que haya escasez de rupias indias en el país, por lo que el gobierno ha tenido que controlar las importaciones haciendo que la economía se ralentice al frenar la entrada de mercancías extranjeras.

Si el gobierno se distrae con el bla-bla-bla de la felicidad, deja de gastar su tiempo en solucionar los problemas reales de la economía", dijo Tobgay. Algunos críticos le llaman al GNH, Goverment needs help (el gobierno necesita ayuda). "Hay 4 puntos a cuidar. La creciente deuda externa que puede llegar a no ser sostenible. La escasez de rupuas (indias). El desempleo (sobre todo el juvenil). Y la creciente corrupción. Pueden llegar a ahogarnos.

Las pasadas elecciones son las segundas que haya habido nunca en el país, y ha sido una sorpresa "democrática" que haya ganado este licenciado en Harvard y fan de la mountain bike. Su People's Democratic Party ha pasado de dos escaños a ser el partido más votado (mayoría no absoluta) gracias a la crdibilidad de su programa de cambio. Además a conseguido alianzas inesperadas para poder gobernar.

Pero hereda un país endeudado y enfrentado con India de quien depende económicamente. El mes pasado India retiró los subsidios al gas butano y keroseno, como represalia por el acercamiento a China y el sobrecoste en proyectos hidroeléctricos conjuntos.

Aunque Thimphu no tiene relaciones diplomáticas oficiales, el anterior PM se entrevistó con el ídem chino por primera vez y esto ha puesto a India celosa.

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