Benarés desde una nube

Hace poco os conté unas cuantas cosas de Benarés, la ciudad más representativa de la cultura hindú para un turista occidental (¿accidental?). Pero, afortunadamente, no todo son turistas de agencia. Hace tiempo que sigo a unos chicos argentinos que se desplazan por el mundo, pasándoselo por todo lo alto y esta es su verborreica visión de Benarés.

Varanasi una vez que te fumaste uno con todos tus amigos y una india moderna experimental, se transforma en un carrusel que da vueltas y más vueltas, y que no para de divertirte y extasiar. De nuevo y por millonésima vez ese sentimiento infinito e inacabable de sorprendernos con todo fue lo que asomó durante el primer día de caminatas por cualquier calle que eligiéramos.

La presencia de vacas por milímetro cuadrado es mayor a la de personas en esta ciudad. La cantidad de turismo es abrumadora, las calles son todas y una por una, una gran aventura que no se sabe en qué o cuando terminará. Callejones que serpentean infinitamente por cada uno de sus recovecos llenos de moscas, llenos de bosta y llenos de todo tipo de comestibles y basura en estado de putrefacción.

A su vez, plagado de tiendas que venden saris, vestidos y todo tipo de cualquier cosa que se pueda enmarcar en el rubro textil. Una infinita cantidad de ancianos que se encuentran esperando la prometida "muerte final", un montón de personas corriendo con cadáveres hacia los crematorios, un montón de pobreza, un montón de comida, de frutas, de jugos, de lugares que no se entienden que son... Infinita cantidad de ofrecimientos de opio, marihuana, hachís, heroína y cualquier otra cosa que a uno se le antoje... Todo, todo junto, todo nuevo, todo tremendamente llamativo y todo conviviendo en un espacio que parece estar siempre al borde de algún tipo de explosión.

Si bien Varanasi está llena de atractivos destacables, quisiera hacer especial hincapié en que más que nunca es una ciudad para caminar incansablemente, para mezclarse, para intentar espiar atrás de los agujeros, en los huecos, para charlar con cualquiera, para dejarse llevar por la mezcla de olores que exasperan los sentidos debido a los reducidos espacios.

Su mística y su condición de ciudad sagrada, sumadas a su arquitectura, su distribución espacial, su color, la basura, su amabilidad, sus templos, y casi todo hecho específico en Varanasi, invita a una pregunta, a una duda, y a un estado indefinido de la realidad con el cual experimentar, jugar, y por ende, divertirse. Una vez entonces que nos sentimos inundados y rebalsados completamente por este pedazo de flash hinduista modelo 2.0, y que logramos superar la primera etapa de estupefacción, fue cuando decidimos armar cuatro más, y embarcarnos en esto de hacer zoom y chequear concienzudamente los eventos relevantes que ofrece tan espectacular e indefinible lugar.
 
Así fue como todos juntos de la mano y llenos de risas ampliadas hasta el infinito, la agarramos a Ruchika y nos metimos en algunos de los eventos memorables de esta parte del viaje. Lo más relevante en cuestiones de templos, fue la visita a uno apodado el “templo dorado”, lugar del cual salimos con las típicas marcas en la frente, pero sitio en el que no nos pidieron dinero por ningún concepto.

Más allá de un par de monos que se pasean como panchos por su casa (como en varias partes de India) y una arquitectura no del todo espectacular, lo sobresaliente del evento fue ver como se desespera la gente por la utilización del espacio en frente de las figuras de las deidades más significativas, o para tocar piedras que significan cosas, y por eventos religiosos de todo tipo.

La nota de color y de risa la dieron los policías que estaban de guardia en la puerta del predio, quienes pusieron en práctica una enfática amabilidad sexual hacia la Rubia, y que sospechamos que también se hacía extensible hacia la parte masculina del grupo. Nunca lo sabremos, pero ciertas caras debo decir que son difíciles de olvidar.

Para continuar vibrando al ritmo de un hachís de muy buena calidad, pusimos rumbo hacia las ceremonias que se realizan enfrente de los ghats de Dasaswamedh y Man Mandir, que es un pire diario indescriptible, que se manifiesta alrededor de las siete de la tarde, y que mezcla en principio, humo, fuego, y tomatas de agua del Ganges. También acompañan musicalmente instrumentos como tambores, campanitas y un sinfín de agasajos que se le hacen al río sagrado.

Lleno de peregrinaciones de distintas partes de la India, y justo el día que nosotros asistimos, lleno de extranjeros que se los devoraba el personaje, de los cuales la más destacable y la que se llevó el premio a la boludez del siglo, fue una graciosa hippie que se sentó en medio de la multitud, en un lugar bien bien visible, a pretender meditar... Una atrevida que intentaba cerrar los ojos y mostrarle al mundo su extremo poder de concentración...

Un desperdicio y una lástima porque encima estaba buena, pero se le habían pegado las neuronas y se le había hecho un masacote jodido que la mantenía en posición de comportamiento mongólicamente llamativo y exagerado. Hasta los indios la miraban asombrados... Poechitaaa!!! La ceremonia en lo que a mí respecta un lujo total, aunque un poco extensa para el poco poder de concentración que tenía en el momento...

Como el tiempo vuela y la vida se acaba rápido, y teniendo muy en cuenta de que no nos queremos morir sin hacer una lista gigante de cosas que tenemos anotadas, decidimos que era tiempo de seguir todo lo que se pueda, y luego de comer algún tentempié y meternos algunos litros de agua, coca y bebidas de la India, nos fuimos a presenciar uno de los eventos estrellas de la ciudad: la quema de cuerpos en el ghat de Mani Karnika.

¿Qué decir de este novedoso evento? Empecemos por lo obvio: ver varios cuerpos recientemente perecidos quemándose todos juntos es un flash. Pero a lo que a mí respecta es sólo un flash producido por la relación que se tiene con la muerte en el mundo occidental, que para ser honestos, es nula.
 
El mundo occidental se empeña frenéticamente en anular, esconder y negar la muerte. Entonces para esta troop criada y crecida en ese ambiente, observar de repente cuerpos maltrechos y semi pútridos, que se van evaporando en frente de tu cara, y van dejando huesos al descubierto, a la vez que pierde partes que alguien se encarga de devolver a la montaña de llamas, es un poco chocante. Pero pasada la primera impresión y los primeros quince minutos de flash, y considerando y tratando de absorber esa parte de la cultura que se nos ha visto bastante negada y escondida, concluimos que nos parece mucho más natural esto, que lo que hacemos nosotros.
 
El fuego con que se prenden los cuerpos es portador de mitos varios, y hasta nos llegaron a decir que hace unos cinco mil años que está prendido. Se realizan rituales alrededor de los cuerpos... Familiares, maridos, etc., tienen los roles bien definidos y ceremonias que no vamos a ponernos a describir por falta de espacio, pero vale la pena indagar. El ambiente nocturno del ghat es sublime, un espacio de comunión y de reunión, mucha tranquilidad y personas que van desapareciendo por los aires.

Obviamente el aire está cargado de un misticismo despampanante, el cual relaja sus niveles si fumas menos, y si es la segunda o tercera vez que lo visitas. Hay simbolismo en la cantidad de leña que se utiliza, y si no se dispone del dinero para comprarla, hay algunos recursos de amparo disponibles. Un lugar precioso y ciertamente sagrado... De lo más sagrado y a su vez respetable que vi...

Para ponerle la corona a un día rey, nos fuimos con toda esta cantidad de imágenes transmitiéndose de neurona en neurona, a perdernos en un paseo nocturno por diferentes partes de la ciudad, y a intentar ver si así, lográbamos bajar un poco de tanto estímulo y tanta información...

Para finalizar debo hacer alusión al paseo en barco... No sé qué calificativo ponerle... Chistoso, bizarro, fumón... Quizás todo junto... Nos levantamos a las cinco de la mañana totalmente en contra de nuestra voluntad a realizar este típico paseo que se hace en el río sagrado. Lo que pasó fue que nos excedimos con el tamaño del caño que nos armamos, y encima estábamos en ayunas... Fiuuuuuuu... De lo manija que quedamos no podíamos siquiera arreglar el precio... Ese paseo en barco fue nada y todo a la vez...

Se escucharon frases como: “Mirá, mirá... Son los de la National Geograpichs...”. Vimos pasar gente mirando televisión en una canoa. Nos ofrecieron cosas de barco a barco... Mientras, y a todo esto, la gente se bañaba en las orillas del Ganges. La Rubia empezó a gritar: “Eso es un brazo... Mirá ahí... Flotando... Eso es un brazo...”. A Fede parecía que los ojos se le iban a salir del cuenco craneal. Creo que el indio que remaba le llegó a preguntar si estaba bien y le recomendó irse a dormir. Yo si hablaba me reía como un idiota y me daba vergüenza, y Juli sacaba fotos a cualquier cosa menos a lo importante. No sé... El evento que supuestamente es estrella en Varanasi, para nosotros fue el mejor chiste desde que nos volvimos a juntar. Un paseo que seguirá navegando en los distintos estados de mi mente...

La supuesta comitiva de National Geograpichs...
Después de todo esto, comentar sobre el festival de música, las vueltas en moto, y tanta información descolgada y archivada, ya no tiene sentido y carece de lugar..

Comentaris

Ka,el testimonio de mis compatriotas sirve de mucho para ponerse en situación imaginando cómo se siente un occidental frente a una cultura tan distinta y contrapuesta a lo que estamos acostumbrados y demos por natural.

Un abrazo fuerte.