Se extingue la revolución nepalí para acabar con las castas
La primera vez que llegué a Nepal, resultó que el país estaba en guerra civil y al mundo no le importaba. Desde entonces mucho camino recorrido para desentrañar este complejo país. Os traduzco a Gyanu Adhikari (cofundador de nepalrecord.com) en un artículo para ponerse al día sobre el momento político en que se encuentra Nepal (aunque le falta autocrítica sobre las fuerzas que luchan por los derechos de la gente tradicionalmente oprimida).
Después de años de estancamiento, los principales partidos políticos de Nepal avanzan hacia la adopción de una nueva constitución federal acordando dividir el país en seis estados. El ministro de Información del país anunció que el acuerdo supone "un paso adelante en el proceso de aprobar una nueva constitución". ¿Supondrá esto algún cambio real con el pasado?
La lucha política en Nepal ha sido siempre la lucha de los grupos marginados por cambiar el carácter y las estructuras del Estado, que están diseñados para favorecer a las castas altas. Estas, que representan menos de un tercio de la población, han monopolizado el poder para gobernar un país muy diverso, apoyadas en la violencia del ejército y fuerzas de seguridad, durante siglos. Tal era el resentimiento de las personas marginadas - dalits (intocables), grupos étnicos, mujeres, madhesis (habitantes del llano fronterizo con India) y pobres en general- en contra de la centralización del poder que se apuntaron a la rebelión maoísta, que supo capitalizar estas quejas, y que se extendió como un reguero de pólvora a finales de 1990.
Durante años, Nepal se convirtió en una zona de guerra con pocas reglas hasta que los maoístas depusieron las armas en 2006. Más de 15.000 personas murieron, más de 1300 todavía están en paradero desconocido, "desaparecidas" en su mayoría a manos del entonces Ejército Monárquico de Nepal. Cuando el acuerdo de paz fue finalmente firmado entre rebeldes maoístas y gobierno en 2006, acordaron hacer frente a la enfermedad crónica en la raíz del estado nepalí. Firmaron este compromiso:
Mismas estructuras de poder.
¿Cuánta de esta prometida "deconstrucción" ha tenido lugar?
Poco después comenzó el proceso de paz, la antigua constitución fue sustituida por una provisional, que requería la representación proporcional de los grupos marginados en el parlamento y todos los órganos del Estado. Nepal eligió en las urnas una Asamblea Constituyente (600 parlamentarios) que abolió la monarquía que había garantizado un hombre de casta alta en la cúspide de la estructura de poder centralizado y unitario. Pero ninguna nueva estructura de poder nació. La primera Asamblea Constituyente expiró en 2012 sin ponerse de acuerdo en la elaboración de una constitución. Los maoístas, los indígenas y los madhesi - entonces mayoría en la Asamblea, ahora una minoría - querían federar el país a lo largo de las líneas de identidad, tomando en consideración las tierras de indígenas y marginad@s, su lengua y su cultura. Esto fue rechazado por el partido del Congreso Nepalí (supuestamente de centro pero muy conservador) y su aliado comunista sólo en nombre, el Partido Comunista de Nepal-Unificado Marxista Leninista.
Fue una victoria de las castas altas sobre los recién llegados al juego del poder. Maoístas y madhesi perdieron las elecciones a la segunda Asamblea Constituyente en 2013, y hoy en día, si todo va según los planes de los principales partidos, Nepal tendrá una nueva constitución en septiembre. Una estructura federal que divide al país en seis estados, con poca autonomía, y dividiendo zonas donde habitan grupos étnicos como los Tharu, Magars, Rais, Gurung, y Limbus o territorios marginados como Karnali. En cuanto a la tarea de reestructurar el Estado para hacerlo más incluyente, es poco probable que dar poder político a los excluidos, excepto en un estado del sur que comprende la mayoría de los madhesi la nueva constitución.
Mala pinta
No es de extrañar, entonces, que Nepal esté envuelto una vez más en protestas de grupos marginados que buscan algún espacio en la estructura de poder. Pero los grupos políticos no los favorecen. Los maoístas en la Asamblea Constituyente han capitulado ante el status quo, y su mantra principal ha pasado de "la liberación de la clase oprimida" a "conseguir lo que se pueda", ya sea en la constitución o en el reparto del poder.
Las señales son de mal agüero. El compromiso constitucional con la inclusión es ignorado por el gobierno y el Tribunal Supremo, bastión del conservadurismo (cuando el Consejo de la Judicatura designó a 60 jueces en julio, incluyó cero dalits, una mujer y seis personas indígenas, el resto eran hombres de casta alta).
El proyecto de Constitución niega la igualdad de derechos a las mujeres (la mujer pierde su apellido al casarse, una persona tendrá la nacionalidad nepalesa si su padre es nepalí). El status quo de casta alta que nunca aceptó la agenda de la democracia inclusiva se impone abusando, mientras que la gente que está por el cambio se divide en cientos de pequeñas corrientes.
En Katmandú, la policía protegía manifestaciones a favor de un estado hinduista, en las que fuerzas amenazadoras dirigidas por políticos condenados blandían espadas, pero golpeaba a dalits que pedían mayores derechos. El gobierno está cada vez más dispuesto a usar la fuerza para machacar la disidencia - dalits, madhesi y anti-federalistas han recibido porrazos y balas en los últimos meses. Al final el poder quedará en manos de (hombres de) las castas altas en un futuro previsible. La escritura de la Constitución, una tarea con el objetivo de alcanzar los más altos ideales, se ha reducido a pequeñas disputas sobre la protección de la propia circunscripción en las próximas elecciones por cualquier medio, incluyendo cambiar en secreto el idioma del proyecto de Constitución. La revolución de Nepal, y las perspectivas de un Himalaya más justo, se acabaron por ahora.
(Las fotos son de Bouddhanath, las tomé ayer 18/8/2015) |
La lucha política en Nepal ha sido siempre la lucha de los grupos marginados por cambiar el carácter y las estructuras del Estado, que están diseñados para favorecer a las castas altas. Estas, que representan menos de un tercio de la población, han monopolizado el poder para gobernar un país muy diverso, apoyadas en la violencia del ejército y fuerzas de seguridad, durante siglos. Tal era el resentimiento de las personas marginadas - dalits (intocables), grupos étnicos, mujeres, madhesis (habitantes del llano fronterizo con India) y pobres en general- en contra de la centralización del poder que se apuntaron a la rebelión maoísta, que supo capitalizar estas quejas, y que se extendió como un reguero de pólvora a finales de 1990.
Durante años, Nepal se convirtió en una zona de guerra con pocas reglas hasta que los maoístas depusieron las armas en 2006. Más de 15.000 personas murieron, más de 1300 todavía están en paradero desconocido, "desaparecidas" en su mayoría a manos del entonces Ejército Monárquico de Nepal. Cuando el acuerdo de paz fue finalmente firmado entre rebeldes maoístas y gobierno en 2006, acordaron hacer frente a la enfermedad crónica en la raíz del estado nepalí. Firmaron este compromiso:
Con el fin de poner fin a las discriminaciones basadas en la clase, la etnia, el idioma, el género, la cultura, la religión y la región, y para hacer frente a los problemas de las mujeres, dalits, los pueblos indígenas, las minorías étnicas (janajatis), comunidades del Terai (madhesi), oprimid@s, descuidad@s, otras comunidades minoritarias y zonas atrasadas... se optará por la deconstrucción de la estructura centralizada y unitaria actual, el estado se reestructurará de manera inclusiva, democrática y progresista.
Mismas estructuras de poder.
¿Cuánta de esta prometida "deconstrucción" ha tenido lugar?
Poco después comenzó el proceso de paz, la antigua constitución fue sustituida por una provisional, que requería la representación proporcional de los grupos marginados en el parlamento y todos los órganos del Estado. Nepal eligió en las urnas una Asamblea Constituyente (600 parlamentarios) que abolió la monarquía que había garantizado un hombre de casta alta en la cúspide de la estructura de poder centralizado y unitario. Pero ninguna nueva estructura de poder nació. La primera Asamblea Constituyente expiró en 2012 sin ponerse de acuerdo en la elaboración de una constitución. Los maoístas, los indígenas y los madhesi - entonces mayoría en la Asamblea, ahora una minoría - querían federar el país a lo largo de las líneas de identidad, tomando en consideración las tierras de indígenas y marginad@s, su lengua y su cultura. Esto fue rechazado por el partido del Congreso Nepalí (supuestamente de centro pero muy conservador) y su aliado comunista sólo en nombre, el Partido Comunista de Nepal-Unificado Marxista Leninista.
Fue una victoria de las castas altas sobre los recién llegados al juego del poder. Maoístas y madhesi perdieron las elecciones a la segunda Asamblea Constituyente en 2013, y hoy en día, si todo va según los planes de los principales partidos, Nepal tendrá una nueva constitución en septiembre. Una estructura federal que divide al país en seis estados, con poca autonomía, y dividiendo zonas donde habitan grupos étnicos como los Tharu, Magars, Rais, Gurung, y Limbus o territorios marginados como Karnali. En cuanto a la tarea de reestructurar el Estado para hacerlo más incluyente, es poco probable que dar poder político a los excluidos, excepto en un estado del sur que comprende la mayoría de los madhesi la nueva constitución.
Mala pinta
No es de extrañar, entonces, que Nepal esté envuelto una vez más en protestas de grupos marginados que buscan algún espacio en la estructura de poder. Pero los grupos políticos no los favorecen. Los maoístas en la Asamblea Constituyente han capitulado ante el status quo, y su mantra principal ha pasado de "la liberación de la clase oprimida" a "conseguir lo que se pueda", ya sea en la constitución o en el reparto del poder.
Las señales son de mal agüero. El compromiso constitucional con la inclusión es ignorado por el gobierno y el Tribunal Supremo, bastión del conservadurismo (cuando el Consejo de la Judicatura designó a 60 jueces en julio, incluyó cero dalits, una mujer y seis personas indígenas, el resto eran hombres de casta alta).
El proyecto de Constitución niega la igualdad de derechos a las mujeres (la mujer pierde su apellido al casarse, una persona tendrá la nacionalidad nepalesa si su padre es nepalí). El status quo de casta alta que nunca aceptó la agenda de la democracia inclusiva se impone abusando, mientras que la gente que está por el cambio se divide en cientos de pequeñas corrientes.
En Katmandú, la policía protegía manifestaciones a favor de un estado hinduista, en las que fuerzas amenazadoras dirigidas por políticos condenados blandían espadas, pero golpeaba a dalits que pedían mayores derechos. El gobierno está cada vez más dispuesto a usar la fuerza para machacar la disidencia - dalits, madhesi y anti-federalistas han recibido porrazos y balas en los últimos meses. Al final el poder quedará en manos de (hombres de) las castas altas en un futuro previsible. La escritura de la Constitución, una tarea con el objetivo de alcanzar los más altos ideales, se ha reducido a pequeñas disputas sobre la protección de la propia circunscripción en las próximas elecciones por cualquier medio, incluyendo cambiar en secreto el idioma del proyecto de Constitución. La revolución de Nepal, y las perspectivas de un Himalaya más justo, se acabaron por ahora.
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