Huelga de trabajadoras del textil en Bangalore
Alba Muñoz nos habla de un documental sobre las protestas de trabajadoras textiles de Bangalore
“¿Hemos
nacido para ser mujeres o costureras?”. Yamuna, que hace más de 20
años que trabaja en la industria textil de Bangalore, en la India,
se hace esta pregunta. Hace poco decidió dejar de perder el tiempo
pidiendo mejoras laborales sus jefes.
Ella
y otras trabajadoras del taller de confección Goldenseam se dieron
cuenta de que sólo existía un modo de que los patrones dejaran de
explotarlas: enfrentarse directamente con ellos, perderles el miedo.
“Los propietarios de las fábricas son cinco o diez… ¿pero
cuántas somos nosotras? Miles y miles”.
Las
costureras indias están iniciando una revolución. Yamuna y otras
activistas han creado el Garment Labour Union, un sindicato textil
íntegramente femenino que está consiguiendo cada vez más
adhesiones en el estado de Tamil Nadu, donde se concentra la mayor
parte de fábricas con trabajadoras procedentes de zonas rurales. Es
allí donde grandes multinacionales desembarcaron para ahorrar en
costes de producción y aumentar sus beneficios.
¿Y
cómo conocemos a Yamuna? Hace escasos meses, un grupo de jóvenes
catalanes fueron testigos de una huelga en la fábrica Goldenseam:
162 mujeres se sentaron en la entrada de la fábrica y se negaron a
trabajar hasta que no se llegase a un acuerdo de mejora de las
condiciones. Allí estaba Yamuna y otras activistas que han decidido
declarar la guerra a sus patrones: "Ellos ganan mucho dinero y a
nosotras no nos dan ningún valor. Eso es doloroso".
Los
hombres se escondían, las mujeres gritaban, el miedo cambiaba de
bando. Enric Escofet, Marc Soler, Eduard Valls y Cèlia Vila, todos
ellos miembros de la pequeña productora audiovisual NoDustFilms,
entendieron que estaban presenciando algo importante. Esto es lo que
vieron.
Las costuras de la piel from No Dust Films on Vimeo.
NoDustFilms
consiguió en Verkami 6.630 euros, más dinero del que había pedido,
para producir Las Costuras de la Piel, un documental sobre la
rebelión de las costureras de Bangalore cuyo preestreno será el
próximo 6 de febrero en los cines Maldà de Barcelona. Cèlia Vila
cuenta que descubrieron unas condiciones infrahumanas: "La raíz
de todos sus problemas es la alta producción que se les impone. Se
ven obligadas a cumplir jornadas laborales de 60 horas semanales y a
hacer horas extra sabiendo que no las van a cobrar. Los ratos de
descanso son muy breves, no pueden permitirse más de media hora para
comer y tres minutos para tomar el té".
Las
costureras trabajan en habitaciones sin luz ni ventilación, el calor
hace que los productos químicos generen sensación de ahogo y hasta
enfermedades como la tuberculosis. Además de la fatiga y la ansiedad
por alcanzar la producción exigida, los supervisores, que
acostumbran a ser hombres, las maltratan física y psicológicamente:
“Nos riñen, insultan, nos amenazan con echarnos. Si protestamos,
nos castigan a estar horas de pie”, les contó una de ellas.
Luchar
es ilegal
Muchas
dejan sus hogares engañadas con falsas expectativas. Los empresarios
se aprovechan de la docilidad con la que la mayoría de ellas han
sido educadas: "La condición social de la mujer en la India es
de completa sumisión y fidelidad, primero a sus padres y después a
su marido. Son más fáciles de explotar y muy pocas se atreven a
denunciar las condiciones en las que trabajan", explica Escofet.
Además,
pertenecer a un sindicato es ilegal en muchas fábricas del sector de
la confección. Los llamados comités de ayuda están formados por
trabajadoras concretas, sin formación política ni legal, elegidas
para no generar problemas: "Las mujeres que se quejan o
reivindican un trato mejor son humilladas públicamente, reciben
castigos físicos y hasta rebajas de sueldo".
"En
ocasiones, los supervisores llegan a llamar a la policía para que
retenga a las trabajadoras y sufran la vergüenza y el desprecio de
ser detenidas sin ningún motivo". También son habituales las
listas negras: cualquier mujer rebelde corre el peligro de no ser
contratada nunca más por ninguna otra fábrica de la Bangalore.
Muchas aún sufren las consecuencias psíquicas de las amenazas.
Mujeres
deslocalizadas
"¿Es
esto vivir? Las relaciones humanas están regidas por el dinero. Los
ricos tienen el poder y los pobres estamos mal vistos". Así
resume Yamuna el funcionamiento de la economía globalizada. Desde
que 248 personas murieron al derrumbarse un taller de Bangladesh en
abril de 2013, los consumidores occidentales son más conscientes de
la procedencia de las prendas baratas que visten.
Los
gigantes de este sector entendieron hace tiempo que localizar la
producción en países como India, Bangladesh, China o Indonesia
aumenta sus beneficios de forma exponencial. Por cada trabajador
dispuesto a cobrar una miseria, se facturan miles de euros más.
En
el caso de la India, en 2004 se firmó un acuerdo, el Multi Fibre
Agreement, que da plena libertad a los empresarios: "Este
acuerdo ha propiciado que los países productores entren en
competencia directa entre ellos y cambien sus estrategias para poder
ofrecer precios aún más bajos a las multinacionales para quedarse
con los encargos. Lo que aún convierte las condiciones en más
miserables".
"Basta
a todo"
Más
del 50% de los indios considera que la violencia contra las mujeres
forma parte de una familia feliz. Hace escasos días, el
parlamentario Sakshi Maharaj dijo que todas las hindús "deben
producir al menos 4 hijos".
En
el último año, las violaciones grupales y los asaltos sexuales se
han convertido en noticia y ya se habla de que la India tiene un
problema especialmente grave en este campo. Sin embargo, cada vez hay
más denuncias: según la policía de Nueva Delhi, en 2014 las
demandas por delitos contra las mujer han aumentado un 18% y de
violaciones un 31%.
Parece
evidente que cada vez más mujeres indias se enfrentan a los hombres,
ya sean sus maridos o sus capataces. La mayor parte de las
protagonistas de Las Costuras de la Piel han sido también víctimas
de violencia sexista: "Sufren una triple discriminación:
social, económica y de género", cuenta Vila.
Su
situación no es solo consecuencia de las precarias condiciones
laborales: "La sociedad siempre las ha tratado mal. Muchas
reconocen que han padecido malos tratos y agresiones sexuales por
parte de sus maridos. En general, los hombres las consideran indignas
de confianza y libertad".
Sería
precipitado hablar de revolución obrera en los talleres textiles de
Asia. Sin embargo, la unión femenina está aumentando y empieza a
tener sus efectos en forma de grupos de autodefensa, asociaciones y
sindicatos.
De
repente, las mujeres son sujetos políticos influyentes y se han
vuelto peligrosas: "Gracias a ellas se están implementando
medidas para limitar los abusos y reforzar el papel de los sindicatos
dentro de las fábricas". No obstante, el camino hacia la
dignidad apenas acaba de empezar y no van a ponérselo fácil.
La
planta de la fábrica Goldenseam, donde se inició la huelga, ha sido
clausurada.
Cada
vez más mujeres indias se enfrentan a los hombres, ya sean
desconocidos, sus jefes o sus maridos.
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