Calcuta en la ruta, la rueda continua en la calle Sudder
Cómo se me podía haber olvidado esa sensación, sentada en una acera mugrienta, bebiendo té de una copichuela hecha con fango del río, rodeado de mujeres, niñ@s, Mohammed encantado porque le he invitado a cenar, un gato que huye fugaz de ratas, ratillas y ratones, cucarachacas cojas que se alimentan de excrementos de paloma, insectos voladores varios; malandros, chuletas, ruidos sin fin (menos los cuervos que ya duermen), olores mixtos a moqueta podrida, a humanidad, a historia, a gumbos salteados, la cúrcuma frita que se te mete en la nariz y te ahoga, tubos de escape a la altura de mi boca, de mi nariz, jengibre, cardamomo, heces, tabaco mascado y regurgitado; rachas de Richard Clayderman tocando melodías en un casiotone con un sólo dedo, parejas que vienen a cenar a una calle exótica tímidamente de la mano, mirones, locos, hambrientos, proxenetas, chulos en moto de tres en tres, conductores varios, bigotones, cojos y mancos descansando de su prótesis, familias ricas que salen en su 4x4 de la tienda de saris otras no tan ricas que se dejan llevar en un carromato (rickshaw) tirado por hombres flacos descalzos, en camiseta rota y pareo mugriento (como Mohammed)... algún chino asimilado de los pocos que no se fueron en el 58, angloindios comiendo en casas de comidas musulmanas las más baratas, empollones de asueto, cabras atadas a puerta que acabarán pronto en calderos, montones de mierda, de sobras de comida, perros flacos, camareros, encargados, intermediarios, yonkis de plata fumada, bolseros, buscones en la esquina del museo, gaznápiros, bolseros de pegamento de cola, empujadores de coches averiados, risas y llantos, cabezas perdidas, pies negros, perroflautas sin flauta ni perro, fogones en la calle y planchas y brasas y hornos tandoori...
-Dame diez rupias me dice una mujer con una bolsa con arroz blanco y verduras.
-Otro: "Tengo que casar a mi hija son sesenta mil (ochocientos lerdos)" "¿Cuántos años tiene?". "Doce o trece, no sé". "No".
-"Dame veinte rupias", me dice un fakir y para convencerme se clava un imperdible XXL en la lengua, babea, farfulla finte gupis igmano. Ni gota de sangre.
-Mi marido murió en las inundaciones de los Sunderbans.
-Estoy sola,no tengo nada, ni nadie, comenta una viuda.
-Ya no puedo pagar el colegio de mis hijos. -Llevo todo el día sin comer, invítame. Vale
-Escríbeme una carta en italiano, el chico que me ayudaba ya no aparece.
El runrún de los nadie, los ningunos, los ninguneados... y peor las nadie , las ningunas, las ninguneadas... La rueda continúa alzando más a los de arriba, hundiendo a los de abajo (los precios suben el diez, los alimentos el cincuenta). Amistad eterna por un plato de arroz. Mañana te pediré otro. Me pasean en un rickshaw como bienvenida. No te dé vergüenza, mucha gente lo hace, si no subes me enfado. Mejor te llevo yo. No cuela. Y ¿si lo dejamos aquí? Pero no se puede dejar atrás, es del jefe, y el medio para ganarse el pan, cama y mesa, armario, vestidor, monedero, refugio de la lluvia cuando llueve y se pone a llover a lo bestia y la calle se dispersa, bolsa de plástico en la cabeza cada cual busca su cubil, las mujeres ya no pueden dormir en la estación de tren, se van bajo el excalectric, la gente que vive bajo un plástico hoy no duerme...
Falta algo aquí ¿no? Sudder es "la calle de las voluntarias". Haberlas haylas, dispersas, grupúsculos, son minoría en la calle nada que ver con hace pocos años. ¿Pasó de moda?¿ Se han repartido, dispersado? Hay que investigar... Lo habían contado en "Kolkata me ata" pero no pensé que sería tan grande el bajón. Somos cuatro, nos conocemos de vista en una tarde. Llego al Paragon (mítico hotel), cuartos libres a gogó, los dormitorios, vacíos, no se alquilan, sería tener una suite de ocho camas por el precio de una. La mayoría de inquilinos son bangladesis, familias enteras. Habitación sencilla cuatro lerdos, todo incluido: camastro con bajera chorretosa, mesica, cuerda pa tender ropa, hotel fantasma, cementerio de palomas calvas, criadero de cucarachas, ventilador, fluorescente y candado, no está mal. Escribir en las paredes: multa de 2000 rupis, pena, los grafittis era lo mejor del hotel junto a las fiestas en las terrazas ahora solitarias. Vagabundeo por ellas, aquí cayeron muchas emociones, apareció un compañero en el espejo que había dejado hacía 3 años en Alcorcón; preparamos juegos con Juan mientras Huia pinchaba a Shakti y nos mostraba sus fotones, japoneses fumados que se quedaban dormidos en la silla toda la noche, coreanos eufóricos (sólo miércoles), la guitarrilla de Javi que se las sabía todas, las paredes rodeadas por kingfhisers, los triturbos de Mari2004, los guisos con Saico en el 2000 -los prohibieron por nosotras-, el muecín cantando a las 4.30 (a.m.) que nos mandaba a la cama, aquel inglés loco que tenía el pasaporte secuestrado porque no podía pagar el hotel, la risa limpia de Luisi, aquel italiano que se creía el rey de la calle, las coladas hechas con los pies descalzos, zapateando, la búlgara brahmana que me tiró los tejos, aquí y en Puri en 2005, la alemana que intentaba estudiar hindi y aprendió español, la noche que apareció nuestra diosa del barrio rojo buscando un Ruiz-Mateos... Aquella letra de fado que empezó la partida (mal me quer a solidâo, bem me quer a tempestade...) Mantenimiento cero, esto sigue como lo dejamos aquel enero de 2009 que el avión no salió y nos regaló una última noche de amor. Bola extra, fin de partida. Las mismas telarañas que se caen por su peso, los lavabos rotos que te mojan los pies, cables sueltos, recovecos misteriosos, cachibaches, madrigueras, peces mutantes en una bañera turbia, la misma nevera que no funciona, aquel cartel con Aisuara Rai (ahora Bachán) diciendo "La vida es así" en hinglish (life to aisa ho)...
Alguien se ha dejado un cacho de pastilla de jabón y un culo de champú nutritivo australiano, ducha de lujo cae. Lástima de periódico pa secarse, no pasa nada el ventilador hace este trabajo también. Salgo a por agua, en el hotel me regañan "Nosotros vendemos", antes ni se hubieran enterado. Te hacen firmar un "Prometo no dejar dinero en mi habita" fechado en 2012. Aquí se ha robado. Prohibido drogarse dice un folio (alguien murió de sobredosis en el hotel). Prohibido cocinar. Jiji, mea culpa. Dicen que hubo una plaga de chinches. Las habitaciones se caen a cachos. Desaconsejado, cayó un mito.
Lo que queda de la habitación 41 del Paragon.
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