(mini) Trekking en Nepal


Aquí hay cantidad de paseos por el campo, de hecho forma parte de la vida nepalí, caminar, caminar y caminar. Lo mejor del país es la  naturaleza y hace tiempo que aprendieron a vendérsela el guiri a través del "trekking". Los hay excepcionalmente largos, esplendorosos y duros (3 semanas rodeando los Anapurnas, o subiendo al campo base del Everest), pero también los hay de un solo día. Las agencias te diseñan el paseo a tu gusto, eso sí fíjate en los detalles porque muchas veces durante el paseo te van metiendo gastos como extra y el presupuesto inicial puede duplicarse.

Lo mejor es montártelo por tu cuenta, sobre todo si buscas alguna zona no muy elevada. Hay mapas y libros-guías de sobra y la gente por el camino te ayudará y acompañará, te invitará y aconsejará. Si vas en viaje organizado, todo se transforma en una burbuja de consumo y teatro. (Los mismos nepalís denuncian que las agencias de viajes les obligan a cocinar espaguetis y a subir a la montaña cerveza de botella, en vez de degustar la típica y auténtica cerveza de mijo local -que vale 10 veces menos).

Para mí era época de lluvias duras esta vez, así que con un trekking de un día iba que chutaba. Estaba en el pueblo de Changu Narayan, ayudando a los amigos que hice in-situ a vender sus souvenirs a los pocos turis que aparecían ( indios y europeos, los chinos y coreanos se me escapan), y me dijeron que lo mejor era irse hasta Bajrajogini, un paseo de 5 horas entre suaves colinas y campos de arroz (entre ida y vuelta).

Bajar de Changu Narayan fue fácil, se llega a un llano repleto de campos de arroz. Hay que sortearlos, siempre en dirección al puente que se ve a lo lejos.
  
Las mujeres trabajan duro, el arroz ya había levantado y las espigas estaban a punto de explotar.
Como siempre las mujeres trabajan, los hombres pasean. El monzón verdea el arroz....
...con una eléctrica emoción, sapitos y culebras viven debajo, libélulas y luciérnagas le sobrevuelan.
Más cerca del pueblo aparecen los plásticos, ahí debajo se cultivan tomates todo el año para abastecer los mercados de Kathmandú.

Una vez en Shanku me encuentro con un pueblo tranquilo y relajado. Es mediodía, todo el mundo ha comido y la gente se echa la siesta, algunos comercios siguen abiertos. La única casa de comidas que estaba llena tenía moscas y churretes hasta decir basta, los platos sucios se amontonan en el suelo de barro bajo un bidón con un grifo que gotea. La freidora se sostiene en pie con los restos del aceite negro que se le desbordan. Supongo que cada mes estará un centímetro más alta.. La gente pasaba a charlar un rato y mientras elegía una pakora (después de tocarlas todas) y se la comía gratis, por eso el garito era tan popular. Pido unas samosas que parece que nadie toca, pero me traen un plato de sobadas pakoras. Me encomiendo a la salsa picante esperando que lo mate todo. Estos buñuelos están muy ricos recién fritos, pero los míos parecen haber sobrevivido a varios monzones. Mejor no sacar la cámara.
Luego encuentro un par de restaurantes más, nuevos y... vacíos.

Poca actividad en el pueblo al mediodía, que no se anima hasta el atardecer, me lo perderé pero aun así me echo algunos amiguitos durante el camino.



Arriba me esperaba el templo de Bajra Jogini tan cacareado (aquí su historia en inglés).

Empinadas cuestas y escaleras (la foto es de Gary en 2010), paro a beber agua y unos turistas se paran a hacerme fotos. Me pilla un señor por banda y cuando ve que hablo nepalisco me lleva a ver un templo antiquísmo que acaban de abrir. Me lleva por la selva y acabamos en una fuente llena de ladrillos y estatuas de barro de carretera, hay un charco, es del siglo V, me dice. Intento seguir pero me somete a la típica entrevista sobre dioses, famila y trabajo. Consigo arrastrale al templo y allí me zafo de él. Una familia italiana me toma por compatriota suya. Un soldado aburrido duerme sobre el cañón de su escopeta. El cura está dando de comer a la diosa (una muñeca vestida con armadura) y no se pueden hacer fotos (aunque ellos no lo saben, circulan muchas por la red, os pincho una de reuters durante el paseo de la diosa en abril pasado, 2013).
 La verdad es que todos los templos, templitos y templetes se parecen mucho en Nepal. Hay que ser experto en miniaturas para sacarle jugo. Lo más interesante suele ser la gente que atraen, pero te meten unas chapas que aburren (encima siempre sale lo del fúrbol). En la parte de atrás del templo había una cantina que llevaban unos chavales que escuchaban Bob Marley, el ambiente era relajado pero cuando les pregunto cómo se podría cambiar y mejorar el país, no se mojan, me hablan  de que vengan más turistas, o de emigrar,  nada nuevo bajo el sol monzónico.

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