Hotel Paragon, Calcuta, un viaje en sí mismo.

Así se titula un artículo de Javier León Lora que he encontrado, ilustrado por unas magníficas instantáneas de Katia Frieders de las alojadas en dicho hotel

Si me quedo con el nombre, imagino grandes salones, un servicio esmerado, dorados con un cierto esplendor decadente, que para eso estamos en India, pero esto sería así si me quedo solamente con el nombre.

El Hotel Paragon nada tiene que ver con el glamour, ni tan siquiera tiene algo que ver con el concepto de comodidad que todo viajero perseguiría en su viaje. Este lugar es un viaje en sí mismo, es una experiencia personal que todos los inquilinos atravesamos cuando nos quedamos, es incluso el lugar donde sus ocupantes depositan la experiencia de la ciudad de Calcuta cuando regresan para ser cobijados por sus muros. Sus paredes y espejos recogen la melancolía de la mañana a pesar de querer vivir con alegría la ciudad: la crudeza de Calcuta imposibilita el disfrute de lo cotidiano con normalidad o al menos eso es lo que desprende el rostro de los viajeros.
El Hotel Paragon no es un hotel para pobres, ni tampoco para miserables. Localizado en Sudder Street, es el Hotel que reclamas en una ciudad cuando quieres respetar a sus habitantes, cuando clamas por un mejor reparto de la riqueza, cuando reclamas justicia social. Alojarse en el Paragon es como compartir la casa con otras 20 personas: compartes la luz, la bebida, el tabaco y también las experiencias, no las del viaje solamente, sino las interiores, los dramas, los miedos, las alegrías. Es un refugio de paz en medio de un llanto inmenso de desesperanza.
 


Comentaris

Si es como la gente que allí se aloja, uno diría que es cálido, sencillo, franco y variopinto!
=)
Ángel Iván ha dit…
Aquí algún genio del marketing diría que es un hotel con encanto, jeje.