Los monos y el templo
Esperamos a la caída de la tarde para ver esconderse el sol desde la colina de Swayambunath, el templo de los monos. Las nubes monzónicas nos impidieron ver el atardecer pero tras las las seis la taquilla estaba cerrada y no nos cobraron la entrada, un impuesto que cobran a los turistas y que no se sabe a donde va. En todos los templos hay comercio pero las tiendas estaban ya chap0adas y sus pesados dueños, en casa comiendo arroz nos dejaron pasear a nuestras anchas por el lugar sin tener que repetir "No, thank you. Pardeina (no lo necesito)". El lugar, casi vacío, supuso un remanso de paz en la bulliciosa Kathmandú. Creíamos que habría alguna ceremonia de despedida del día pero nasty, los monos se quedaron sin cena. A nosotras nos pilla al lado de casa así que bajamos a hacernos una tortilla de patata. Por el camino descubrimos un club de billar con mesas gigantes, lástima que no hicimos fotos.
Cientos de estatuas y templillos se acumulan en la cima.
Algunos devotos todavía hacían girar las ruedas de oración.
Al bajar se había hecho de noche, esta chica encendía lámparas de aceite a cambio de una pequeña donación.
Una parroquiana encendiendo velas por doquier, bajo la atenta mirada de un mono.
Kathmandú, mucho ruido y pocas luces.
Quemando basurillas (el anciano) y buscando desperdicios (el perrillo flaco).
Cientos de estatuas y templillos se acumulan en la cima.
Algunos devotos todavía hacían girar las ruedas de oración.
Al bajar se había hecho de noche, esta chica encendía lámparas de aceite a cambio de una pequeña donación.
Una parroquiana encendiendo velas por doquier, bajo la atenta mirada de un mono.
Kathmandú, mucho ruido y pocas luces.
Quemando basurillas (el anciano) y buscando desperdicios (el perrillo flaco).
Comentaris
Hermosísimas fotos.Insisto en que eres una muy buena fotógrafa.