La superstición de la guindilla

Lo normal cuando una llega a India es sufrir el colapso, la saturación. Todo suena, todo pica, todo suda, todo brilla... Con el tiempo se adquiere la calma para empezar a fijarse en los detalles más que en el bulto.  Y por ejemplo te fijas en que en la entrada de muchas tiendas hay un hilito colgando con varias guindillas y una lima ensartada.  A veces muy frescas, a veces secas, descoloridas  y duras como una piedra. Si preguntas te dirán que sirve para auyentar "los malos espíritus" (como las ristras de ajos que dicen auyentan los "vampiros", como el ojo de alá en Turquia, como la mano de Fátima en Marruecos).

Hay gente que vive de ellas, como Narayan Prasad Neupane que cada martes desde las 6 de  la mañana se hace un tour por el barrio hípercomercial de Thamel, Kathmandú, remplazando los amuletos que adornan 130 tiendas que le pagan por cambiarlos. Su yerno le ayuda en el negocio, colocan unos 2.000 colgantitos a la semana sobre todo entre la comunidad marwari (una de las castas de comerciantes más ricos, provenienes del Oeste de India), que exige que se lo cambien antes de las 12 del mediodía (si no, parece ser que las guindillas pierden su poder).  Para que sean puros, los amuletos deben pasar por un templo dedicado al dios con cabeza de elefante. Y una vez colocados, los marwaris los mojan con agua o agua de coco.  Los ahuman con incienso...

Los nepalís, son más flexibles con la hora.  Y muchos se los fabrican ellos mismos, normalmente con una lima y un número impar de guindillas. Si preguntas a un tendero por qué lo hace, te dice porque no quiere ser menos que sus vecinos de calle y que en una mala racha de ventas empezó con la costumbre (una vez que vuelven las ventas, muchos se olvidan).

Comentaris

yraya ha dit…
uyyy, pues de esas habría que colgarlas en muchos sitios...